Rafael Pineda Ibacache
División: Chuquicamata
Edad al ser detenido: 24 años
Cargo: Obrero
En la casa familiar de Rafael Pineda Ibacache, oriundo de Peñablanca en la Región de Valparaíso, era común encontrar radios y artículos electrónicos desarmados, como si hubieran pasado por el quirófano de un científico loco. El culpable era Rafael, quien desde niño —y a escondidas— deconstruía aparatos para, luego, volver a hacerlos funcionar.
El mayor de cuatro hermanos tenía fama de inteligente, de expandir sus conocimientos de manera autodidacta y de deslumbrar a los mayores con sus inventos. Con sólo 11 años, por ejemplo, instaló un cableado en una casa de juguete hasta que consiguió una iluminación mágica. “Agarraba juguetes y los hacía andar”, resume su hermana Amelia.
Cuentan que una vez un vecino le preguntó si era capaz de hacer un ajuste al motor de su vehículo y Rafael respondió afirmativamente, a pesar de no tener idea de mecánica. Se lanzó al desafío, y el automóvil terminó por encender. “No le quedó fabuloso, pero sí funcionando”, recuerda su hermano Darío.
Más allá de las tuercas, Rafael también disfrutaba de la música y el baile. Su grupo favorito era Los Iracundos, exponente uruguayo de la nueva ola y el pop rock latinoamericano.
Para aportar a la billetera familiar, se trasladó a Calama en 1973 e ingresó como obrero en Chuquicamata, donde sorprendió a sus colegas con su ingenio. Había llegado recién de Estados Unidos una antena doble función, que captaba las señales de radio y TV para transmitirlas a los distintos artefactos del campamento minero. Nadie sabía instalarla; él tomó el dispositivo y, a punta de ensayo y error, la hizo funcionar.
Rafael, de 24 años, fue detenido el 17 de septiembre de 1973 en el Aeropuerto de Calama, cuando abordaba un avión con destino a Santiago, apenas tres meses después de llegar a Chuquicamata.
Poco más de un mes después, el 19 de octubre de 1973, el delegado del comandante en Jefe de la Junta de Gobierno y su comitiva arribaron a Calama en un helicóptero Puma, se dirigieron hasta la cárcel pública y exigieron llevarse, sin decreto ni derecho alguno, a 26 personas a las que trasladaron hasta el desierto, las bajaron en el sector Topater entre Calama y Antofagasta, y las ejecutaron con el apoyo de personal del regimiento de la ciudad, para luego exhumar sus cuerpos. Víctima del operativo de exterminio masivo “Caravana de la Muerte”, el cuerpo de Rafael nunca ha sido encontrado.
La Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación se formó la convicción de que todos ellos fueron ejecutados al margen de la ley, con crueldad y ensañamiento, en un hecho ilícito de responsabilidad de agentes del Estado, y por el cual la Corte Suprema condenó en septiembre de 2022 a ocho exmilitares por su participación en estos hechos, con penas que van desde la cadena perpetua hasta 12 años de presidio. Asimismo, el máximo tribunal revocó la absolución de otro exuniformado, quien finalmente fue condenado a 16 años de cárcel.