Carlos Berger Guralnik
División: Chuquicamata
Edad al ser detenido: 30 años
Cargo: Jefe de Relaciones Públicas y director de Radio El Loa
La historia de Carlos Berger está íntimamente asociada a la lectura y la política. “Más que tener un hobby, diría que era un gran lector, principalmente de teoría política, pero también de novelas”, relata su viuda, la diputada comunista Carmen Hertz. En este último género, la que más recuerda es “En busca del tiempo perdido”, de Marcel Proust, obra cumbre de la literatura francesa.
Pero también devoró gran parte de los libros de teóricos marxistas, como el ruso Vladimir Lenin, el alemán Karl Marx y el italiano Antonio Gramsci. “Era parte de una generación extremadamente culta y con una formación política muy notable, que no la he visto en ninguna generación posterior”, sostiene.
“Era una persona muy abierta, con mucho sentido del humor, riguroso y, por sobre todo, gran estudioso. A los veintitantos ya había leído completo El Capital de Marx, de más de tres mil páginas”, recuerda.
Berger entró a las Juventudes Comunistas siendo un adolescente de 14 años. Pocos años después era uno de los pocos militantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, en plenos años 60, donde se conoció con Carmen. “Los comunistas eran contados con los dedos de una mano. Carlos era parte del senado universitario y a los 22 o 23 ya trabajaba con Luis Corvalán, el secretario general del Partido Comunista”, recuerda.
Aunque se tituló de abogado, el periodismo lo atrajo con más fuerza. Se inició en el Diario El Siglo, en el que llegó a ser jefe de redacción, y en 1970 viajó a la ex Unión Soviética con una beca para estudiar en la Universidad Central de Moscú. A su regreso, en 1971 creó y fue el primer director de la revista juvenil Ramona.
Su cercanía con la ex URSS también influyó en otras de sus aficiones: “Hacíamos fiestas de disfraces y Carlos se vestía de ruso, y bailaba Kalinka y otras canciones de ese país”. También era aficionado a la música clásica y The Beatles.
El golpe lo encontró en la División Chuquicamata, como jefe de Relaciones Públicas y director de la radio El Loa de Codelco. Había asumido en ese cargo apenas un mes antes, el 1 de agosto de 1973 y Carmen lo había alcanzado a mediados de ese mes con su hijo Germán. Fue detenido el mismo día 11 de septiembre e incomunicado en el cuartel del regimiento, en Calama. Después, lo trasladaron a la cárcel, donde estaba la mayoría de los funcionarios locales del gobierno y del mineral de Chuquicamata. En la última semana de septiembre, un consejo de guerra lo condenó a 61 días , acusado de no haber cumplido la orden de suspender las transmisiones radiales. Sin embargo, el 19 de octubre se convertiría en una de las víctimas de la “caravana de la Muerte episodio Calama”, junto a otros 25 detenidos.
Los restos de estas víctimas fueron enterrados en una fosa clandestina en el camino a San Pedro de Atacama y más tarde removidos del lugar. A partir de algunos fragmentos óseos se pudo identificar en distintas etapas, a partir de inicios de los ‘90, a un total de 19 de los desaparecidos, incluido Carlos. En septiembre de 2022 la Corte Suprema condenó en última instancia a dos exoficiales de Ejército a presidio perpetuo en calidad de autores, y otros cinco recibieron una pena de entre 12 y 15 años de presidio mayor.
Carmen partió con su hijo al exilio en 1973, primero a Argentina y, luego, a Venezuela. Volvió en 1977 para convertirse en una de las abogadas de la Vicaría de la Solidaridad. En 1985 fue la primera en presentar una querella criminal contra el general Sergio Arellano Stark, el líder de la comitiva asesina de la caravana.
Los padres de Carlos, Julio Berger, un comerciante proveniente de Hungría -que había perdido a gran parte de su familia en el Holocausto- y Dora Guralnik, dentista de origen ucraniano, ambos de origen judío, no pudieron sobrellevar su arresto y desaparición. “La muerte de Carlos desgarró a la familia en lo más central de su estructura. Costó mucho que sus padres pudieran reponerse, o más bien, no se repusieron nunca. Mi suegro se suicidó en 1982 y Dora en 1988”.