CAPÍTULO 5
Este gigantesco equipo esparce en grandes montañas el ripio recuperado tras la primera lixiviación, a una velocidad de 220 mil toneladas diarias.
Con una altura similar a la longitud de una ballena azul, el esparcidor de ripios o spreader de la División Radomiro Tomic (DRT) es una de las maquinarias teleoperadas más grandes del mundo. Se trata de un gigante que funciona mediante un sistema de comandos a control remoto, manejado de manera inalámbrica y segura. A pesar de sus enormes proporciones, su precisión es comparable a la de un reloj suizo.
Sumerjámonos en el rol del spreader dentro de los procesos de Radomiro Tomic para la producción de cobre. Después de la molienda y el chancado, viene la fase de lixiviación, a través de la cual se extrae mineral mediante la disolución con solventes.
En este proceso se utilizan tres maquinarias que trabajan coordinadamente: el apilador, que organiza en pilas el material sobre el cual se esparce una solución química para separar el cobre del resto de minerales, en lo que se conoce como lixiviación primaria. Luego, la rotopala desarma estas pilas y las carga en correas transportadoras que llevarán el material por tramos de hasta cinco kilómetros a una segunda lixiviación. Finalmente, y montado sobre dos masivas orugas, el spreader esparce en grandes montañas el ripio recuperado tras la primera lixiviación, a una velocidad de 220 mil toneladas diarias.
Actualmente, el spreader ya no se maneja desde la cabina de la máquina, sino desde un centro de comando seguro, cómodo, ergonómico, libre de polvo, tranquilo y de fácil acceso, desde el cual los(as) operadores(as) analizan datos e imágenes arrojadas por múltiples cámaras y modernos sensores.
Las ventajas de este nuevo sistema las destacan los(as) propios(as) trabajadores(as). “Ahora tenemos más puntos de visión, podemos anticiparnos a las fallas. Antes nuestra visión no alcanzaba a ver la oruga; ahora, con las cámaras tenemos la opción de acercarnos, mejorar la productividad y no detener el equipo”, recalca Andrés Zamora, operador de spreader en DRT.
Hay dos elementos esenciales que se combinan para materializar este camino hacia el futuro de la minería automatizada. Primero, el trabajo coordinado de las máquinas dentro de los distintos procesos mineros, razón por la cual el apilador ya funciona con esta tecnología a distancia, mientras que próximamente se implementará en la operación de la rotopala.
El segundo elemento, incluso más importante, es el equipo humano: si no existieran personas capacitadas para utilizar estos gigantes, los buenos resultados registrados hasta hoy serían imposibles. En Codelco, los avances van a pasos seguros sobre estas dos piernas: una tecnológica y otra humana, en un equilibrio necesario para alcanzar una producción más eficiente, segura para las personas y con un menor impacto al medioambiente.
“La operación remota de grandes equipos en minería ha dejado de ser una visión futurista: se ha materializado como una realidad tangible que está transformando profundamente nuestra forma de trabajar”, comenta Camilo Manríquez, jefe de Proyectos de Tecnología y Automatización en Procesos Planta. “Hoy, más que nunca, la operación remota se alza como un pilar fundamental para impulsar la seguridad y la productividad en nuestras operaciones mineras. Con esta firme convicción, con los equipos de Mantenimiento y Operaciones de Planta trabajamos para integrar próximamente la operación remota de la rotopala a la triada de grandes equipos telecomandados de la División Radomiro Tomic”, adelanta Manríquez.