El cobre es un verdadero micronutriente, esencial para toda forma de vida. En el cuerpo humano es necesario para que una variedad de procesos bioquímicos de nuestro organismo se lleven a cabo en forma normal. Ello porque el consumo de cobre es necesario para el correcto funcionamiento de algunas enzimas que intervienen en procesos como el crecimiento de los niños, el transporte de hierro en el flujo sanguíneo, el fortalecimiento de los huesos, el metabolismo de la glucosa, así como del colesterol, el desarrollo del cerebro y el funcionamiento del corazón, hígado, nervios y sistema inmunológico. También es microconstituyente del pelo y del tejido elástico de la piel, los huesos y otros órganos. La principal fuente de cobre está en una dieta balanceada, ya que todos los alimentos contienen cobre en cantidades variables. EN EL EMBARAZO Desde la gestación de los seres humanos, la absorción del cobre es vital. En el embarazo es de suma importancia, especialmente durante el tercer trimestre, lapso en que se desarrollan muchos de los pequeños órganos, sistemas y funciones del cuerpo del bebé. Se deberá ingerir entre 3 y 4 mg de cobre diariamente por medio de una dieta sana y balanceada. El feto almacena casi diez veces más cobre por unidad de masa que los adultos y al nacer consume gran parte de sus reservas debido a que la leche materna y sus sustitutos contienen bajos contenidos de cobre. EN LOS NIÑOS En consecuencia, el cuerpo humano no puede producir cobre por sí solo, de modo que debe recibirlo a través de la ingesta de alimentos. Ya en la edad preescolar y escolar, los niños regulan de manera natural el cobre absorbido en su dieta alimentaria diaria. Éste se encuentra en alimentos ricos en minerales, como las verduras, legumbres, cereales, nueces, frutas e incluso en el chocolate, además de las carnes y pescados. Dependiendo de su peso y edad, los niños deben ingerir entre 0,5 y 1mg diario de cobre. Un consumo menor de este micronutriente afecta severamente el crecimiento, por lo tanto, es muy importante mantener una dieta equilibrada. EN EL ADULTO Una vez que se llega a la edad adulta, el cobre es un buen defensor de la salud. El cuerpo de una persona de 35 años tiene una concentración aproximada de 1,4 a 2 mg de cobre por kilo de peso corporal. Para mantener esta concentración, satisfecha las pérdidas o la demanda por el crecimiento, se requiere una ingesta de cobre de 2 a 4 mg por día, que deben ser suministrados por los alimentos y en mucha menor proporción por el agua que tomamos. Las personas y todos los seres vivos disponen de un mecanismo automático (homeostasis) que regula la cantidad de cobre o la de otros metales esenciales como el cinc, hierro, boro y selenio, que ingresan a nuestro cuerpo.