El papel del cobre en la salud humana es vital. Es un elemento esencial para una buena salud y nutrición y sin él la vida humana no sería posible. Por otra parte, en materia de salud pública este metal ha desempeñado por mucho a tiempo un papel importante, casi sorprendente, por las mejoras que proporciona debido a sus propiedades antimicrobianas que ayudan a reducir la presencia de patógenos en el agua potable y las infecciones hospitalarias. Los beneficios que representan las cañerías de cobre para transportar el agua son muchos: no son porosas, protegen contra la lixiviación de substancias químicas, pesticidas, fertilizantes y compuestos orgánicos sintéticos. Además, resisten las altas temperaturas requeridas para acabar con la Legionella, son suficientemente densas para bloquear gases y solventes y no resultan atractivas para los roedores. Las superficies tratadas con revestimientos basados en cobre y la quincallería de bronce, como los pomos y manijas de las puertas, también ayudan a reducir la dispersión de organismos patógenos. Estas observaciones son el resultado de serios estudios hechos por la Organización Mundial de la Salud, OMS, el Programa Ambiental de la International Copper Association, entre otros organismos y desvirtúan categóricamente los infundados comentarios que pretenden hacer aparecer al cobre como un elemento dañino para la salud y, es más, demuestran sus evidentes beneficios y la necesidad de su presencia en nuestra dieta.