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Construcción de casas en Santa Cruz

Uno de los aportes destacados de los trabajadores de Casa Matriz fue la construcción, por iniciativa propia, de tres casas definitivas para familias numerosas que habían resultado con sus viviendas totalmente destruidas por el terremoto del 27 de febrero en la comuna de Santa Cruz, Sexta Región. La iniciativa se gestó a partir de conver-saciones de las trabajadoras Ana María Hernández, Mariela Rojas, Verónica Lizana y Verónica Bravo, quienes idea-ron un modo de cooperar con una acti-vidad que beneficiara a personas afec-tadas por este desastre natural. Sensibilizadas por ese sentimiento, en un primer momento buscaron sumarse a alguna de las campañas para cons-truir e instalar mediaguas, pero la demanda de estas soluciones de emer-gencia era tal, que no había disponibles para donar.

Ante ello, buscaron una alternativa que, aunque no abarcara a tantas per-sonas, implicara una solución definiti-va. El proyecto fue socializado entre colegas de Casa Matriz, familiares y amigos, hasta crear una extensa red de colaboradores. Por ejemplo, un vecino de una de las gestoras, Rodrigo Guzmán, aportó con el transporte de los materiales hasta la ciudad de Santa Cruz, lo que fue muy importante para la concreción del proyecto. La Ilustre Municipalidad de Santa Cruz, por su parte, que recibió la iniciativa con los brazos abiertos, aportó con la detección y selección de las familias que presen-taban el perfil más adecuado para ser beneficiadas. Además, el municipio se comprometió a hacer el radier en los sitios de las casas afectadas.

Con el eslogan “La solidaridad empie-za por (una) casa” se lograron reunir los aportes para construir la primera de las viviendas. A fines de abril, se con-cretó la segunda parte de esta iniciati-va que era reunir a los mismos colabo-radores de la campaña para viajar a Santa Cruz y participar materialmente en la construcción de las viviendas. Esa primera casa fue recibida por la familia de la señora Marta Caroca. Allí vivían 10 personas, entre ellas cinco niños de entre cinco meses y 10 años de edad. En una semana, la casa estaba cons-truida y una familia completa se cobi-jaba del frío invierno que empezaba a anunciarse. Luego, la propia familia

Caroca se encargó de las terminaciones y revestimientos.

“Es una casa preciosa que voy a tener para vivir. Todos mis vecinos están feli-ces, encantados de la vida porque voy a tener una casa y voy a estar bajo techo con mis hijos y mis nietos.” (Testimonio Marta Caroca).

Con una dificultad cada vez más cre-ciente para sumar aportes, el grupo gestor de la iniciativa logró cumplir la meta comprometida inicialmente y levantar dos casas más, con campañas que llevaron los lemas “No hay prime-ra sin segunda” y “La tercera es la vencida”, respectivamente. La segunda casa fue para la familia Briones Guzmán, de ocho integrantes, encabezada por un matrimonio de la tercera edad con múltiples problemas de salud. Mientras que la tercera vivienda, que se terminó de edificar en enero de 2011, fue para la familia de María Díaz Gaete, de 65 años de edad, quien vive con dos hijas y dos nietos de 1 y 3 años.

Para financiar estas dos viviendas los trabajadores de Codelco y colaborado-res de esta iniciativa realizaron diver-sas actividades, como una rifa y un bingo. A estos recursos se sumaron varios aportes voluntarios, así como del Sindicato de Supervisores Rol A de Casa Matriz. Los organizadores del proceso se manifestaron muy satisfechos del resultado ya que junto con hacer reali-dad la ayuda a tres familias afectadas, cumplieron el propósito de involucrar-se personalmente en la tarea, viajando hasta la ciudad afectada para conocer en terreno el impacto del terremoto, cooperar –en muchos casos junto a sus propias familias– a levantar las casas. Y, lo más importante, involucraron a las propias familias afectadas en la cons-trucción de las viviendas, para demos-trar que podían levantarse después de esta tragedia y que la reconstrucción también estaba en sus manos. “La idea no era solamente enviar una donación desde acá, ni que las familias esperaran con los brazos cruzados a que alguien les construyera sus casas. Queríamos involucrarnos personalmente y que par-ticipáramos juntos en esta tarea, para generar una solución definitiva”. (Ana María Hernández).