Desde un confortable sillón, a kilómetros de distancia de la mina, los nuevos operadores de martillos picadores mejoran la productividad de División Salvador, sin exponerse al riesgo y con una excelente calidad de vida.
La mina subterránea de Salvador está cambiando su forma de operar. Lo que hace 59 años, cuando entró en operación, era inimaginable, hoy es una realidad: un total de 15 martillos picadores son operados a distancia por medio de telecomandos.
Estas maquinarias son parte del paisaje de la mina hace muchos años. Están a cargo de romper las rocas para reducirlas a tamaños aptos para su posterior procesamiento. Cuentan con un brazo articulado que tiene una punta de acero de gran resistencia que va golpeando la roca.
Su operación nunca ha sido una tarea fácil. A la precisión y entrenamiento necesarios para manejar eficientemente estos equipos, se suma el riesgo que implican las labores al interior de la mina. De ahí el valor de introducir tecnologías que ahora permiten que estas operaciones se realicen a distancia, desde centros de telecomando.
De la mina a la pantalla
El trabajo se realiza desde el Centro de Operaciones ubicado en la ciudad de Salvador, a un par de kilómetros del yacimiento. Ahí, instalados en sillones especialmente diseñados para estas funciones, los operadores manejan a distancia los martillos con pantallas que les permiten ver en tiempo real lo que se está haciendo al interior de la mina. Actualmente hay cinco sillones de operaciones ya instalados en División Salvador y en diciembre se instalará un sexto.
Los beneficios de esta innovación son variados: mejora la calidad de vida de los trabajadores y la productividad de la división. "Es más cómodo trabajar desde la ciudad y el sistema es más productivo, puesto que los martillos trabajan más horas de lo que funcionaban con el operador dentro de la mina. Se evitan tiempos de traslado, lo que hace tener más rendimiento y continuidad operacional", acota Marco Nehgme, Gerente de Minas (I) del a división.
"Lo más relevante para nosotros es que ya no trabajamos rodeados de polvo ni con el ruido constante de los martillos. Ahora llegamos y comenzamos a reducir material de forma inmediata y sin ningún tipo de exposición", relata el operador Ricardo Gallardo respecto del cambio que esta iniciativa ha significado para él.