Haber sido el primer rescatista en descender a la mina San José y el último en abandonar ese yacimiento, es sin duda la experiencia que más ha marcado su vida. Sin embargo, la fama que le dio ese hecho no es lo más importante para él. Su mayor orgullo es la sala que lleva su nombre en la mina Diablo Regimiento, en la que trabaja hasta el día de hoy.
Hace siete años, el 5 de agosto del 2010, los ojos del mundo se posaron sobre Chile y su minería. Lamentablemente, esta vez no fue gracias a una buena noticia, sino debido a un trágico accidente. En la mina San José, propiedad de la empresa San Esteban S.A., 33 mineros quedaron atrapados a 622 metros de profundidad tras un sorpresivo derrumbe. Sólo 17 días después, el 22 de agosto, gracias a un mensaje escrito en un papel recuperado a través de una sonda, se supo que lo más improbable había ocurrido: todos seguían con vida.
Se sucedieron semanas de planificación e incertidumbre hasta que, finalmente, el 13 de octubre comenzó a ejecutarse el rescate mediante la cápsula Fénix 2. El primero en descender ese día a las entrañas de la mina en busca de sus desafortunados colegas fue el experimentado minero y rescatista de Codelco, Manuel González Pavez.
Su hazaña fue noticia en la prensa de todo el mundo. Desde los más distantes rincones del globo, personas de todos los orígenes observaban emocionados por televisión el descenso de Manuel, encerrado en la cápsula, por el estrecho túnel cavado en la roca. Pero la imagen que conmocionó a millones hasta las lágrimas, el desenlace feliz de una dramática historia, fue su salida de la mina San José, como el último hombre que abandonó el yacimiento, luego de que él junto a un equipo de socorristas rescataran a los 33.
Hoy, con 53 años y dos hijos, Manuel continúa con sus rutinas habituales como jefe de turno de perforación y tronadura en la mina subterránea de El Teniente, división de Codelco en la que ha trabajado desde hace más de 27 años.
Sin embargo, la vida de Manuel ha tomado derroteros inesperados varias veces. Antes de dedicarse a la minería fue futbolista profesional. Jugó por O'Higgins entre 1982 y 1985 y desde ahí partió a Arica, donde se radicó por alrededor de cinco años. A los 26 años, al comienzo de los ´90, vio la oportunidad de integrarse a la industria minera y decidió tomarla.
"Entré como operario sin saber de minería, pero con los años fui adquiriendo experiencia. Lo bueno es que siempre fui sano y deportista y eso me ayudó."
Su pasado como deportista sin duda ha sido relevante en su desempeño como minero y le ha permitido participar de actividades que requieren ciertas condiciones físicas y mentales que no están hechas para cualquiera.
"Estadísticamente, un trabajador sano y deportista es más productivo, y en mi caso eso se vio siempre ratificado", corrobora Manuel.
Manuel declara haber pasado a lo largo de sus años en El Teniente por casi todos los procesos de la mina y que eso le ha permitido aprender vivencialmente sobre el comportamiento del cerro y los tipos de roca.
"Llegué a construcción y desarrollo, que es la primera parte del proceso minero. Pasé por tronadura, perforación, estuve en producción, conozco el tema de las plantas, los chancadores, manejé jumbos, palas LHD, fui cachorrero, cargué frentes con explosivos... prácticamente hice de todo."
Su destino dio un nuevo vuelco cuando, estando en El Teniente, le tocó ir a ayudar en un evento de un gran estallido de roca.
A partir de ese momento decidió comenzar a tomar todos los cursos de socorrismo existentes. Tras años de preparación, en la actualidad cumple con todos los requisitos que exige la legislación para ejercer su rol de brigadista. Su antigüedad enfrentando rescates y emergencias le ha permitido ser reconocido como líder en sus equipos.
"No hay un liderazgo definido, pero generalmente me toca estar a la cabeza cuando hay alguna emergencia, me reconocen como líder.En este caso, la antigüedad sí constituye grado."
Así fue como en 2010, cuando el desastre de San José tomó a todos por sorpresa, Manuel estaba listo para colaborar en el rescate. Tras la heroica tarea, él y los otros brigadistas que participaron en la operación recibieron muchos reconocimientos a nivel local, nacional e incluso internacional. Pero lo que más llena de orgullo y emociona a Manuel, fue el bautizo de una sala en la mina Diablo Regimiento, en la División El Teniente, con su nombre.
"Fue una sorpresa. Me dijeron que los trabajadores del turno querían compartir una torta conmigo y cuando llegué me encontré con este homenaje. Hubo una votación de todos los trabajadores del sector y el 99% dijo mi nombre para bautizarlo", recuerda Manuel con emoción.
Para Manuel, recibir el reconocimiento de sus compañeros de tareas, con los que comparte el día a día, fue el instante culminante de su trayectoria.
"Fue uno de los momentos más emocionantes después del rescate, porque te reconocen tus pares, tus ganchos, los viejos que trabajaron contigo."