A tres meses del Mundial de 1982, la selección chilena que clasificó a España vivió la última etapa de su preparación en Saladillo. Esta es el relato de los protagonistas de esa cálida tarde de marzo.
La cancha de fútbol de Saladillo, un rectángulo verde enclavado en pleno campamento minero de División Andina, era una mesa de billar. Construida a comienzos de 1982 con los mismos estándares que el campo del Estadio Nacional, el césped del recinto minero constituía todo un lujo para la época. Allí, el fútbol no se detenía ni en los meses más crudos del invierno cordillerano.
Marcel Didier, hoy director de Vulnerabilidades y Emergencias de Andina, fue el encargado de liderar la construcción del campo: "En la División encontramos agua de buena calidad y lugares desde donde extraer tierra con diferentes tamaños de partículas, para mejorar el filtrado y drenaje. Fue un trabajo de laboratorio e ingeniería muy preciso que nos permitió elaborar un campo de nivel profesional".
Los 1.600 metros de altura de Saladillo y las condiciones extraordinarias del recién instalado césped, convencieron a Luis Santibáñez, entrenador de la selección chilena de fútbol que se preparaba para el Mundial de España '82, de trasladar a sus dirigidos al Cajón del Río Blanco. Así se fraguó la inauguración del complejo y el partido más especial en las vida de un grupo de trabajadores de Andina. El que enfrentó a la "Roja" y a un equipo de mineros que hizo historia en Codelco durante los años '80.
Hoy, sólo cuatro de los jugadores que conformaban la selección local permanecen en la División. Juan "Chanta" González, operador de la mina rajo, era la estrella de esa escuadra y en quien recaían las mayores esperanzas de dar batalla a un rival liderado por Carlos Caszely y Mario Osbén. El gran ausente ese día fue el capitán Elías Figueroa, el mejor futbolista chileno de la historia. Y varios se quedaron con las ganas de verlo.
Durante un fin de semana, la selección hizo acondicionamiento físico en altura, como parte de su preparación para la máxima cita del balompié. Los jugadores durmieron en Saladillo y comieron con los trabajadores en los casinos. El día de la inauguración se levantó una galería para recibir a autoridades, ejecutivos, la prensa y cientos de trabajadores y sus familias. Varios recuerdan haber visto a Pedro Carcuro y Sergio Livingstone cubriendo la visita. El campamento estaba revolucionado.
La memoria, a 32 años del partido, es frágil, y los recuerdos se agolpan difusos entre los protagonistas. Del resultado no existen registros formales. Para algunos, el duelo concluyó 7-0, otros dicen que solo fueron 8. Hermógenes Albornoz, trabajador de la Dirección de Comunicaciones, asistente al partido y en ese entonces operador del rajo, contó 9. "Caszely hizo 4 o 5 goles. La diferencia entre los dos equipos era enorme".
Juan Montenegro y Cristián Severino, titulares ese día, tienen versiones poco precisas sobre los pormenores del lance. El central Montenegro recuerda que el extrovertido arquero Jorge "Mono" Cangana contuvo un penal a Carlos Rivas y que fallaron algunas opciones de anotar. "Creo que no tuvimos oportunidades de gol", difiere Severino (analista de la Gerencia de Administración), quien guarda como tesoros de esa experiencia una foto con Caszely, emblema del club de sus amores: Colo Colo.
"Cuando me tocó marcar a Mario Soto me sacó como dos metros de distancia y nos metió un gol. Lo que se expuso en la cancha ese día fue más que un partido amistoso. Le pusieron harta tinca y nos hicieron sentir el rigor. Estar frente a los mejores jugadores del fútbol chileno fue una experiencia inmensa", agrega Montenegro, hoy trabajador de la Gerencia de Servicios de Andina.
La escuadra local, dirigida por el DT Wilson Castillo (símbolo del Unión San Felipe campeón del fútbol chileno en 1971), se caracterizaba por tener un buen trato de balón y una gran fortaleza defensiva. La tarde de la inauguración, pese a la goleada, los mineros opusieron dura resistencia, sobre todo en los primeros 30 minutos. El 0-0 se mantuvo hasta que Caszely eludió a cinco hombres para abrir el marcador.
En ofensiva, el "Chanta" González exhibió la calidad con la que adquirió fama en la época, haciendo un "túnel" a Bonvallet y estrellando un remate furibundo en el palo. "Esa jugada la tengo grabada hasta hoy. El "Gato" Osbén era el mejor arquero de Sudamérica y estuve a punto de hacerle un gol. Habría quedado en la historia. Después del partido, Bonvallet me dijo 'Puta, rucio, me dejaste en vergüenza'. Son cosas que uno traía de la cuna".
Días antes del histórico encuentro, Luis Salazar, baluarte de la selección de Andina, fue operado de úlceras gástricas. "No pude jugar. De hecho, vi el Mundial en el hospital", cuenta. Sería el único partido que el ingeniero especialista se perdió, desde su ingreso a la División en 1979 hasta su retiro del combinado minero a comienzos de los'90.
Salazar recuerda haber vivido ese episodio con un dejo de tristeza, aunque ya parece reconciliado con la historia. La foto de la cancha de Saladillo, de hecho, cuelga en una pared de su oficina, junto a imágenes del paso de esa selección por Chuquicamata, Rancagua, El Salvador y otros estadios donde agigantó su leyenda. "Ese era un equipo muy bravo, que tuvo una gran historia, y que, para mí, es muy difícil olvidar".
Hoy, la cancha de Saladillo no es más que un recuerdo para los futboleros de la División. De esa tarde, en el campamento "sobreviven" los fierros de la galería, los arcos y un puñado de imágenes con los protagonistas del partido más importante en la historia de Andina. Del día en que apellidos como González, Montenegro, Severino, Cangana, Jopia, Tapia, Vilchez y tantos otros paralizaron a toda una División.
Leonardo Veliz, quien acompañó a la delegación nacional como invitado, fue uno de los hombres más destacados del partido. Muchos recuerdan sus veloces descuelgues por el costado izquierdo, y él tampoco olvida su aventura en la cordillera. "Jugamos en una cancha maravillosa y luego recibimos una atención mejor aún. Ese campo, entre las montañas de Los Andes, era un sueño,", comenta el exfutbolista.
La gran estrella de la inauguración no fue otro que Carlos Humberto Caszely. Su presencia revolucionó División Andina como nunca antes. ¿Qué recuerda de esa tarde el "rey del metro cuadrado"? ¿Cuántos goles anotó? ¿Los defensores de Andina intentaron sacarlo del partido? Para el máximo ídolo del fútbol chileno en la época, la visita al campamento minero fue un episodio inolvidable desde lo humano.
"Recuerdo muy bien ese partido Saladillo, fue un día maravilloso, donde jugamos y compartimos con todos los viejos y sus familias. Fueron momentos inolvidables, que tengo guardados en mi corazón hasta el día de hoy".