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Solidaridad, cooperación y proyecto país

Chile es el país más competitivo deAmérica Latina y a nivel mundial se ubica en el lugar 23, por encima de varios países desarrollados. Es el mejor del mundo en conducción macroeconómica y está entre los más avanzados en desarrollo humano. Ha sido exitoso en reducir la pobreza y la indigencia; sin embargo, es uno de los países de mayor desigualdad en lo que a distribución de ingresos monetarios de refiere (sólo 15 peores en el mundo).

 

La mala distribución del ingreso no es más que el reflejo de la fuerte concentración concentración del poder económico y del capital humano que, junto a extendidas y variadas formas de discriminación y segregación, caracterizan nuestra sociedad.


Las desigualdades generan resentimiento, desesperanza, perdida de sentido. Alimentan la desconfianza y la confrontación y perjudican la competitividad. Chile se ubica entre los países de desarrollo intermedio. Pocos logran superar esta etapa y acceder al desarrollo pleno. Para hacerlo, tenemos que recomponer las confianzas, crear condiciones que incentiven la cooperación e incorporarnos decididamente a la sociedad del conocimiento. 

Articular un proyecto país ganador supone que existe el liderazgo y la voluntad para construir acuerdos amplios y vinculantes respecto de las principales trabas al desarrollo, las acciones prioritarias para superarlas y el cómo materializarlas. 

Un pacto social para enfrentar y revertir las desigualdades y la discriminación es sin duda el primer acuerdo a alcanzar, pero sólo será exitoso si se entiende como parte de un diseño global que incluya también sendos acuerdos sobre: una estrategia de desarrollo que impulse un crecimiento alto, sostenido y sustentable; y un nuevo Estado, descentralizado, eficiente, transparente y capaz de articular el proyecto país y liderar su ejecución. 

Mínimos sociales e igualdad de oportunidades

Reconocer y respetar los derechos sociales es empezar a transitar hacia una sociedad más solidaria y libre. La atención en salud, pensión mínima, seguro de desempleo, vivienda básica y asistencia a grupos vulnerables, debieran reconocerse como derechos sociales mínimos, que la sociedad y la Constitución de la República garanticen a todos sus miembros. Estos derechos y la forma de satisfacerlos pueden definirse a partir de “Una propuesta de Política Social Para Chile”, de la Fundación Para la Superación de la Pobreza”. Esta propuesta es el futuro del trabajo cooperativo de representantes de todos los estamentos de la sociedad chilena y contó con su respaldo unánime. 

Para consolidar una cultura de cooperación se requiere además garantizar el acceso efectivo a los medios que, junto a la capacidad y empeño individuales, permitan gozar de una mejor calidad de vida. En este ámbito, los esfuerzos colectivos debieran focalizarse en mejorar la cobertura y calidad de la educación, especialmente la que se ofrece a los más pobres, reforzar y ampliar la cobertura de la oferta de capacitación; apoyar la capacidad de emprender; y crear empleos de calidad. 

Mejorar la calidad de la educación en todos sus niveles, con especial énfasis en los colegios más pobres y la educación preescolar, constituye el desafío de máxima prioridad. 

Ello exige comprometernos con un Plan Nacional para Mejorar la Calidad de la Educación. Este debe ser un acuerdo que involucre a todos los actores relevantes, especialmente a los miembros de la comunidad educacional: padres y apoderados, profesores, académicos, empresas, mantenedores, autoridades regionales, comunales y nacionales, y que, en un plazo de diez años, nos permita alcanzar estándares de calidad similares a los países como Singapur o Corea en todos los ámbitos y tipos de escuela. 

Estrategia de desarrollo

La experiencia de los países exitosos enseña que no basta con una buena conducción macroeconómica, es vital contar con una estrategia de desarrollo, con una visión compartida de cómo aprovechar mejor las oportunidades que ofrece el mercado global, dadas las fortalezas y debilidades del país. 

Chile tiene que potenciar sus abundantes recursos naturales agregándoles valor a través de la incorporación de conocimientos. Debemos fijarnos como meta estar entre los países más avanzados en biotecnología para lo cual es imprescindible focalizar la inversión en ciencia y tecnología en un Plan de Desarrollo de la Biotecnología, que convoque a lo mejor de la comunidad científica nacional y extranjera, a las empresas y al sector público. 

Por otra parte, nuestra exitosa inserción internacional y el alto desarrollo de los servicios nos desafía a transformarnos en la plataforma de negocios del cono sur de América, el equivalente a Singapur en el sudeste asiático. 

Un nuevo Estado

Transformar Chile en un país en que los ciudadanos gocen de espacios crecientes de libertad requiere transitar hacia un Estado que se caracterice por un mayor equilibrio e independencia entre los Poderes que lo constituyen; una gestión transparente y de excelencia al servicio de los ciudadanos, separando las responsabilidades y facultades por la definición de políticas de las de ejecución de las mismas; y la participación activa de la ciudadanía y la descentralización del poder (macro-regiones con gobiernos autónomos). El país que queremos: una oportunidad para muchos (que depende de la decisión de pocos). 

Poner en práctica las iniciativas aquí esbozadas demandarán mayor gasto público. Obtener el financiamiento no debería ser un escollo si el para qué, el qué hacer y el cómo hacerlo son fruto de un acuerdo amplio. 

El país que queremos sólo puede ser el resultado de una construcción colectiva. Hoy tenemos una tan o más competitiva que las de países que han alcanzado el desarrollo pleno. Nuestro déficit principal es la escasez de capital social. Francis Fukuyama es su libro Trust (confianza) concluye que “prácticamente toda la actividad económica que se lleva adelante en el mundo contemporáneo no es responsabilidad de individuos, sino de organizaciones que exigen un alto grado de cooperación social”. “…es posible reducir sustancialmente los costos de transacción si dichas instituciones son reforzadas por la existencia de capital social y confianza. La confianza, a su vez, es el producto de un conjunto de normas morales o valores compartidos mayoritariamente”. Se acumula capital social garantizando mínimos sociales e igualdad de oportunidades, fortaleciendo la sociedad civil, traspasando poder a la gente y privilegiando el diálogo, los acuerdos y la cooperación. 

Sabemos lo que hay que hacer. Si no somos capaces de concordar los componentes prioritarios de un proyecto que nos catapulte al desarrollo pleno y de articular los acuerdos que convoquen a la gran mayoría a sumarse al mismo tendremos que repetir una vez más, parafraseando a Aníbal Pinto, “Chile: un caso de desarrollo frustado”. 

Juan Villarzú, Presidente Ejecutivo de Codelco.