Como un trabajador “polifuncional”. Así se define José Arancibia Pizarro, quien formalmente se desempeña como operador en el nivel de Acarreo, en la mina Esmeralda, en Codelco División El Teniente. “Puedo estar de maquinista en la locomotora y también en el camión, acarreamos de dos formas allá abajo: en trenes y camiones”, cuenta.
¿De qué se trata tu trabajo?
Acarrear es transportar el mineral que se produce en el nivel hasta los piques principales, que llegan directo al Ferrocarril Teniente 8, que lleva la roca a la superficie. Pero también prestó apoyo en diferentes tareas, como la limpieza de las vías y destrancar los piques cuando es necesario, que lo hacemos con explosivos. También operó maquinaria.
Estamos instruidos para hacer distintas labores, a veces en el mismo día voy cambiando de tareas. Puedo estar trabajando con explosivos en la mañana, por ejemplo, y cuando llegue la hora de la “choca” (almuerzo) voy a hacer el relevo al maquinista. Hay mucho trabajo que hacer, es bien dinámico.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Que no es monótono y es muy entretenido. Podemos andar en terreno y en el transcurso del turno podemos hacer varias labores.
¿Cuándo llegaste a El Teniente?
Entré en 2001. Soy de San Fernando, estudié en el Liceo Industrial y me vine a trabajar en la planta, con la empresa Züblin. En ese entonces los contratos eran más cortos, pero eso cambió al poco tiempo que llegué y eso nos dio estabilidad. Hasta que después de pasar por otros contratos y haber trabajado en el norte, ingresé a Codelco en 2011.
Y luego todo se fue dando. A mí me gusta hacer de todo, le pongo empeño si me toca estar en la pala, operando equipos o incluso cuando me toca reemplazar al jefe de turno. Para mí la sensación y motivación es la misma: hacerlo bien, cuidarme y cuidar a mis compañeros.
Nunca voy a olvidar que cuando llegué aquí, había unos viejitos en unos cargos que ya ni existen, que me enseñó mucho y me dijo “cuando el cerro empieza a gotear (caer piedrecillas), tienes que salir, porque va a pasar algo.
Cuando estuve en Tal Tal, en la pequeña minería y mientras soldaba una estructura, me cayeron unas piedrecitas en el casco. Ahí les dije a todos “hay que salir de aquí” y corrimos. A los segundos después se cayó la zanja.
Esos pequeños detalles de seguridad, que marcan la diferencia, los aprendí aquí. Eso me gusta, que no guardemos silencio, que conversemos las cosas, que nos expliquemos qué ocurre en los niveles y nos ayudemos.
¿Qué mensaje de seguridad te gustaría transmitir a las y los trabajadores de la División?
Que siempre tenemos que estar atentos, escuchar lo que está ocurriendo, porque todos los días la mina cambia. Escuchemos las charlas que nos dan día a día sobre los eventos que ocurren, para tomar conciencia porque también pueden afectarnos y nos sirve para tomar lecciones.
¿Qué sientes que le ha entregado El Teniente a tu vida?
Crecimiento. Pude explotar habilidades y conocimientos que no sabía que tenía, como operar equipos, locomotoras. Nunca pensé que iba a estar transportando todas estas toneladas u ocupar explosivos. Aquí me di cuenta que, al final, puedo lograr todo.
Pero eso también es gracias a mis padres, especialmente gracias a mi mamá. Me emociona decirlo porque tengo un hijo de 10 años, que se llama Vicente, y quiero que sea una buena persona. Mi mamá me enseñó eso, a ser una buena persona, a siempre ayudar y creo que estoy logrando traspasar eso a mi hijo. Me lo han dicho los papás de sus compañeros de colegio, las profesoras y eso me enorgullece, que estoy logrando lo mismo que hizo mi mamá.
¿Qué significa para ti trabajar en Codelco, empresa que entrega sus excedentes a todos los chilenos y chilenas?
Me siento orgulloso porque estoy haciendo un aporte al país. Ojalá El Teniente no se acabe nunca, porque lo que se hace aquí es para toda la sociedad y para que todos nuestros compatriotas tengan más hospitales, los niños una mejor educación, para eso va nuestra producción.