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Salud y cobre

El cobre es un elemento de la naturaleza esencial para los seres vivos. Los humanos necesitan ingerir cobre todos los días para evitar los riesgos a la salud que puede generar una deficiencia de este elemento. Según diversas investigaciones es necesario para una serie de procesos bioquímicos, para el funcionamiento adecuado del sistema nervioso, para la generación de colágenos, y para mantener el balance de otros metales esenciales.

La principal fuenteImagen foto_01528 de cobre para el organismo está en los alimentos. Papas, algunos granos, nueces, duraznos, pasas, ostras, calamares y uno muy importante, el chocolate.

 

El cobre, proveniente de la corteza terrestre, está presente en el agua aunque en cantidades muy bajas. También puede absorberse por cocinar alimentos en utensilios fabricados con ese metal.

 

En general se recomienda la ingestión de uno a dos miligramos de cobre al día, y la mitad de esa dosis para los niños. No parece mucho, pero gran parte de la población mundial sufre de deficiencia de cobre, incluso en el mundo industrializado, lo que a la larga puede reflejarse en problemas de salud.

 

El exceso de cobre, a partir de tres miligramos al día, puede acarrear complicaciones con síntomas como malestar estomacal, nausea o diarrea, que suelen desaparecer al suprimir la exposición al metal. En ciertos casos de afecciones genéticas pueden producirse estados tóxicos más complicados, como ocurre con la enfermedad de Wilson, que impide deshacerse del exceso de metal en el organismo.

 

Las investigaciones sobre los efectos del cobre son realizadas en forma continua para determinar cuáles son los efectos del cobre en el cuerpo humano.

 

Uno de los temas en permanente estudio es el efecto de las instalaciones de tuberías de cobre utilizadas para transportar agua potable a las viviendas, con el fin de determinar hasta qué punto pueden contribuir a un consumo excesivo.

 

Investigaciones sobre el tema han demostrado que las cañerías pueden liberar pequeñas cantidades de cobre durante el primer y segundo año de su instalación mientras se forma una capa protectora. En casos muy particulares la composición química del agua puede contribuir a la liberación de este elemento.

 

Pero esa liberación, muy limitada, no es suficiente para causar problemas a la población en general, a menos que se presenten situaciones específicas como la enfermedad de Wilson. Por el contrario, se ha demostrado que las cañerías de cobre ayudan a mantener el agua más limpia pues tiene propiedades biobacteriológicas.

 

A medida que se comprenden las propiedades del cobre también cambia la percepción sobre su impacto en los seres humanos. En el mundo actual se considera que el riesgo de deficiencia de cobre es más alto que el de una exposición excesiva.

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