Amanece en el desierto australiano. Un grupo de automovilistas y sus equipos se preparan para competir entre sí. Todos cruzan los dedos para que el día esté soleado. Durante varias jornadas recorrerán cientos de kilómetros a través de un árido paisaje, sin haber cargado combustible en sus autos.

Este curioso relato es la historia de Eolian, el producto de dos años de trabajo de un equipo multidisciplinario de la Universidad de Chile, quienes lograron crear el primer auto solar chileno.

El proyecto nació en 2006, en un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Su sueño era participar en la Panasonic World Solar Challenge, competencia bianual que tiene lugar en Australia desde 1987. El desafío es recorrer unos 3.000 kilómetros del desierto australiano.

Codelco, consciente del potencial de esta tecnología, quiso ser parte de este innovador proyecto, convirtiéndose en auspiciador y aportando financiamiento para ayudar a hacer realidad el sueño de estos jóvenes.

EL EOLIAN TIENE CERCA DE UN 8% DE SU PESO EN COBRE, EN COMPARACIÓN CON UN AUTOMÓVIL CONVENCIONAL QUE CONTIENE ALREDEDOR DE UN 1,6% DEL METAL ROJO.

Para captar los rayos del sol, este auto cuenta con una superficie cubierta por dos sistemas de 400 celdas solares de distinto tipo que absorben la energía solar para luego almacenarla en cuatro baterías.

La tecnología de los autos solares está muy poco desarrollada y no es posible saber si efectivamente representa el futuro del transporte. Sin embargo, se puede afirmar que cualquiera sea la tecnología que termine reemplazando al motor de combustión, requerirá una conducción eléctrica eficiente, campo en el que el cobre presenta ventajas comparativas.

De igual modo, los nuevos desarrollos tecnológicos, como los motores de rotor de cobre y los transformadores de alta eficiencia, abren nuevos caminos para este metal íntimamente ligado a la historia tecnológica de la humanidad.